Fernando Mires
Nueva Sociedad No 217
En su origen, el socialismo estaba
estrechamente ligado a la democracia.
Fue, en sus comienzos, un intento
de radicalización de la democracia sobre
la base de un proyecto de «democracia
social» que pretendía articular libertad
política con bienestar económico. El
artículo argumenta que esto comenzó a
cambiar con el auge del marxismo y la
Revolución Rusa, cuando el socialismo
pasó a ser visto como algo diferente de
–e incluso opuesto a– la democracia.
La cara más dramática de esta mutación
fueron los socialismos nacionales de tipo
fascista y estalinista. Aunque en buena
parte de América Latina la democracia
social ha ganado terreno, hoy se enfrenta
al socialismo del siglo XXI, un tardío intento
de regreso a las ideas del socialismo
antidemocrático del siglo pasado.
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