domingo, 25 de abril de 2010

Luis Vicente León // Sin Lenin no hay Paraíso

El caos y el hambre han alimentado muchas revoluciones...
Tenía tiempo sin leer algo estremecedor. Lo hice hoy. Un ensayo del colega Ángel Alayón, titulado "Sin Lenin no hay Paraíso", del cual comparto su esencia:

"La Unión Soviética, luego de la revolución de Octubre de 1917 se sumió en una situación caótica. La hiperinflación y la guerra civil convivían en un ambiente hostil para la vida humana. La inestabilidad política era evidente, por lo que Lenin decidió controlar la distribución de los alimentos, pues asumía que eso le permitiría controlar políticamente al país. En 1918 se decreta la Prodazvertstka, una política que consistía en la confiscación del trigo producido por los campesinos rusos, en especial el trigo de los Kulaks (los campesinos ricos, quienes fueron considerados como enemigos del pueblo).

Se crearon en las aldeas "comités de pobres" cuya única función era confiscar el trigo que presuntamente acaparaban los campesinos y que no estaban dispuestos a vender a los precios irrisorios que los bolcheviques habían establecido. Lenin ordenó el uso de la fuerza contra los campesinos "pequeños-burgueses". Las batallas fueron sin tregua y el nivel de violencia cada vez mayor. El terror era parte de su plan. En un famoso decreto, decía:

¡Camaradas! La rebelión de los cincos distritos Kulaks debe ser reprimida despiadadamente. Los intereses de toda la revolución lo exigen porque ahora "la última y decisiva batalla contra los Kulaks se libra en todas partes. Hay que dar el ejemplo.

1. Colgad (colgad sin falta, que la gente lo vea) a no menos de cien kulaks conocidos, hombres ricos, sanguijuelas.

2. Haced público sus nombres.

3. Quitadles todos sus cereales.

4. Designad rehenes, según telegrama de ayer. Hacedlo de tal forma que en centenares de verstas a la redonda la gente vea, tiemble, sepa, grite: los están ahogando, y ahogarán hasta morir a las sanguijuelas kulaks.

Acuse telegráfico y puesta en práctica.

Vuestro, Lenin.

La hambruna empezó a generalizarse y ante la desesperación del pueblo, Lenin, el estratega político, vio en el hambre una oportunidad:

"Ahora y sólo ahora, cuando en las zonas afectadas por el hambre y la antropofagia y las carreteras están pavimentadas con cientos de cadáveres, si no miles, es cuando podemos ( y por lo tanto debemos) insistir en la apropiación de los objetos de valor [de la Iglesia], con la energía más implacable y despiadada, sin reparar en medios para aplastar toda resistencia [... ] Un momento como el del hambre y la desesperación es único para crear entre las masas campesinas una disposición que nos garantice su simpatía o en cualquier caso neutralidad [... ] Debemos declarar ahora [al clero] una guerra decisiva y despiadada, y someter su resistencia con una brutalidad que no olviden durante décadas [... ] Cuantos más representantes de la burguesía y el clero reaccionarios consigamos ejecutar en este asunto mejor".

Las consecuencias fueron inevitables: la cosecha de cereales había disminuido para 1920 en un 38% en relación con 1913. Un año con menos lluvia que el acostumbrado bastó para desatar la primera hambruna en la US. Para 1923, el sistema de producción de alimentos había colapsado. El hambre dio cuenta de cinco millones de vidas humanas y un pragmático Lenin decide que es tiempo de cambiar de política, pues otra vez la permanencia de la revolución así lo exige".

Esta historia nos enseña: 1) si bien la revolución local no puede compararse con esto en radicalismo de implementación, sí en términos de filosofía económica y política; 2) lo peor del populismo es que resulta atractivo a quienes terminan más afectados por él: el pueblo, y 3) la tesis de que "lo bueno de esto es lo malo que se está poniendo" es una ingenuidad, el caos y el hambre han alimentado muchas revoluciones.

lvleon@cantv.net

@luisvicenteleon

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