CRÍTICA: LIBROS - Ensayo
JESÚS MOSTERÍN 13/06/2009
Filosofía. Mario Bunge, que en septiembre cumple 90 años, es el filósofo hispano (en sentido amplio) más importante de su generación. Nacido en Argentina, se doctoró con el físico austriaco Guido Beck, aunque pronto dejó la física por la filosofía. Después de sonados encontronazos con peronistas y militares, en 1963 tuvo que abandonar Argentina. Tras una estancia en Estados Unidos y en Alemania, se estableció definitivamente en Canadá, en Montreal, en cuya Universidad McGill él y Marta, su mujer, obtuvieron sendas cátedras de filosofía y matemáticas. Trabajador infatigable, todavía no ha reducido su pasmoso ritmo de producción.
Su ingente obra está destinada a promover una visión sistémica y materialista del mundo. Todavía su penúltimo libro, A la caza de la realidad (Gedisa, 2006), constituye una vigorosa y penetrante defensa del realismo materialista, entendiendo por materia lo mutable o cambiante, por contraposición a la inmutabilidad de las ficciones y de los constructos abstractos de la matemática.
Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral
Mario Bunge
Gedisa. Barcelona, 2009
601 páginas. 37,90 euros
Bunge escribe indistintamente en español y en inglés, aunque más en inglés. Ahora nos sorprende con un libro de seiscientas páginas dedicado a la Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral. Yo encuentro más sugestivo el subtítulo original: Fact, Fiction, and Vision. En efecto, esta obra abarca una gran recopilación de hechos y de críticas a ideas ajenas, pero, sobre todo, expone la visión política de Bunge, a la vez ingenua, bienintencionada, racional y de un alcance, ambición y contundencia poco comunes.
La obra está dedicada a su padre, médico, parlamentario e impulsor de la justicia social en Argentina, que transmitió sus ideales progresistas al joven Bunge, cuya primera empresa consistió en fundar una Universidad obrera. Cuando ya estaba en Canadá, durante la dictadura del general Onganía, sus obras fueron quemadas en el patio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, junto a las de Marx. Cuando en 1982 los militares argentinos invadieron las islas Malvinas, y muchos intelectuales blandengues, como el mismo Ernesto Sabato, se dejaron llevar por un patrioterismo irracional a apoyar la acción de la dictadura, los realmente lúcidos, como Borges y Bunge, mostraron su completo desacuerdo.
Como él mismo indica, "he trabajado durante la mayor parte de mi vida académica en áreas políticamente neutrales: la física y la filosofía teóricas. Sin embargo, en cierto modo, he estado escribiendo este libro toda mi vida". Bunge establece una nítida distinción entre la ciencia política, que describe y explica lo que los políticos hacen, y la filosofía política, más normativa y mejorativa que descriptiva. "Los filósofos políticos proponen escenarios y sueños allí donde los científicos sociales ofrecen instantáneas de las organizaciones políticas existentes". Sin embargo, además de soñador, Bunge es un filósofo sistemático, según el cual "toda concepción de la política presupone una concepción del mundo". Es más, "la filosofía política deberá formar parte de un sistema coherente al que también pertenezcan una teoría realista del conocimiento, una ética humanista y una visión del mundo acorde con la ciencia y la técnica contemporáneas".
En el último capítulo, Bunge expone su propia visión, la "democracia integral", que él concibe como una alternativa a la democracia liberal. La democracia integral tendría en el punto de mira el bienestar de los ciudadanos. Ahora bien, ¿cómo medir el bienestar? La noción de producto interior bruto (PIB) per cápita tiene obvias limitaciones, como que no considera las desigualdades o los servicios no remunerados. Mejor le parece el índice de desarrollo humano (IDH), introducido por Naciones Unidas, basado en el nivel de vida, medido por el PIB per cápita a paridad de capacidad de compra, pero también en la longevidad media y en el índice de alfabetismo y escolarización. Este IDH también ha sido sometido a críticas. En su lugar, Bunge propone un índice de desarrollo humano integral, que, al IDH, añade dos nuevos factores: el índice de desarrollo democrático D, que es más una ordenación que un índice, pues no define un concepto métrico ni permite asignar números a las diferencias, y el índice de desarrollo ambiental sostenible S, que en realidad no se define de ninguna manera. Además, en el parámetro económico introduce, junto al PIB per cápita, la tasa de empleo y la igualdad. Si, a pesar de su obvia inadecuación, el PIB per cápita sigue siendo la medida más usada del bienestar, ello se debe al carácter formalmente crudo y estadísticamente inasequible de las alternativas propuestas.
Bunge presenta el socialismo cooperativo, es decir, la cooperación y el mundo de las cooperativas, como su alternativa al libre mercado y al capitalismo. Analiza con algún detalle el caso de la exitosa Corporación Cooperativa Mondragón, la mayor cooperativa del mundo, fundada por el padre Arizmendiarreta en 1956 en Guipúzcoa, y que hoy agrupa unas 250 empresas, que producen desde las bicicletas Orbea hasta los electrodomésticos Fagor e incluyen los supermercados Eroski. Frente al fracaso de muchos movimientos cooperativos, Mondragón ha sabido adaptarse al mercado y evitar el destino de aquella fábrica polaca de coches, que, según Sartre, producía los mejores obreros y los peores coches del mundo.
Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral
Mario Bunge
Gedisa. Barcelona, 2009
601 páginas. 37,90 euros
Bunge escribe indistintamente en español y en inglés, aunque más en inglés. Ahora nos sorprende con un libro de seiscientas páginas dedicado a la Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral. Yo encuentro más sugestivo el subtítulo original: Fact, Fiction, and Vision. En efecto, esta obra abarca una gran recopilación de hechos y de críticas a ideas ajenas, pero, sobre todo, expone la visión política de Bunge, a la vez ingenua, bienintencionada, racional y de un alcance, ambición y contundencia poco comunes.
La obra está dedicada a su padre, médico, parlamentario e impulsor de la justicia social en Argentina, que transmitió sus ideales progresistas al joven Bunge, cuya primera empresa consistió en fundar una Universidad obrera. Cuando ya estaba en Canadá, durante la dictadura del general Onganía, sus obras fueron quemadas en el patio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, junto a las de Marx. Cuando en 1982 los militares argentinos invadieron las islas Malvinas, y muchos intelectuales blandengues, como el mismo Ernesto Sabato, se dejaron llevar por un patrioterismo irracional a apoyar la acción de la dictadura, los realmente lúcidos, como Borges y Bunge, mostraron su completo desacuerdo.
Como él mismo indica, "he trabajado durante la mayor parte de mi vida académica en áreas políticamente neutrales: la física y la filosofía teóricas. Sin embargo, en cierto modo, he estado escribiendo este libro toda mi vida". Bunge establece una nítida distinción entre la ciencia política, que describe y explica lo que los políticos hacen, y la filosofía política, más normativa y mejorativa que descriptiva. "Los filósofos políticos proponen escenarios y sueños allí donde los científicos sociales ofrecen instantáneas de las organizaciones políticas existentes". Sin embargo, además de soñador, Bunge es un filósofo sistemático, según el cual "toda concepción de la política presupone una concepción del mundo". Es más, "la filosofía política deberá formar parte de un sistema coherente al que también pertenezcan una teoría realista del conocimiento, una ética humanista y una visión del mundo acorde con la ciencia y la técnica contemporáneas".
En el último capítulo, Bunge expone su propia visión, la "democracia integral", que él concibe como una alternativa a la democracia liberal. La democracia integral tendría en el punto de mira el bienestar de los ciudadanos. Ahora bien, ¿cómo medir el bienestar? La noción de producto interior bruto (PIB) per cápita tiene obvias limitaciones, como que no considera las desigualdades o los servicios no remunerados. Mejor le parece el índice de desarrollo humano (IDH), introducido por Naciones Unidas, basado en el nivel de vida, medido por el PIB per cápita a paridad de capacidad de compra, pero también en la longevidad media y en el índice de alfabetismo y escolarización. Este IDH también ha sido sometido a críticas. En su lugar, Bunge propone un índice de desarrollo humano integral, que, al IDH, añade dos nuevos factores: el índice de desarrollo democrático D, que es más una ordenación que un índice, pues no define un concepto métrico ni permite asignar números a las diferencias, y el índice de desarrollo ambiental sostenible S, que en realidad no se define de ninguna manera. Además, en el parámetro económico introduce, junto al PIB per cápita, la tasa de empleo y la igualdad. Si, a pesar de su obvia inadecuación, el PIB per cápita sigue siendo la medida más usada del bienestar, ello se debe al carácter formalmente crudo y estadísticamente inasequible de las alternativas propuestas.
Bunge presenta el socialismo cooperativo, es decir, la cooperación y el mundo de las cooperativas, como su alternativa al libre mercado y al capitalismo. Analiza con algún detalle el caso de la exitosa Corporación Cooperativa Mondragón, la mayor cooperativa del mundo, fundada por el padre Arizmendiarreta en 1956 en Guipúzcoa, y que hoy agrupa unas 250 empresas, que producen desde las bicicletas Orbea hasta los electrodomésticos Fagor e incluyen los supermercados Eroski. Frente al fracaso de muchos movimientos cooperativos, Mondragón ha sabido adaptarse al mercado y evitar el destino de aquella fábrica polaca de coches, que, según Sartre, producía los mejores obreros y los peores coches del mundo.
Sin embargo, otras cooperativas han acabado mal, como Bunge no deja de constatar con cierta melancolía.
En el prólogo leemos que "la mayoría de los filósofos políticos han sido inanes, por haberse limitado a comentar ideas políticas de otros". Este reproche nadie se lo haría a Bunge, que no tiene pelos en la lengua y es lo contrario de un escolástico: es un auténtico surtidor de ideas originales, iluminadoras a veces y otras insuficientemente digeridas y precisadas. El matiz no es lo suyo y con frecuencia se lo ha comparado al elefante en la cristalería, pero hay que reconocer que se trata de un elefante filosófico magnífico, lleno de fuerza y empuje intelectual.
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En el prólogo leemos que "la mayoría de los filósofos políticos han sido inanes, por haberse limitado a comentar ideas políticas de otros". Este reproche nadie se lo haría a Bunge, que no tiene pelos en la lengua y es lo contrario de un escolástico: es un auténtico surtidor de ideas originales, iluminadoras a veces y otras insuficientemente digeridas y precisadas. El matiz no es lo suyo y con frecuencia se lo ha comparado al elefante en la cristalería, pero hay que reconocer que se trata de un elefante filosófico magnífico, lleno de fuerza y empuje intelectual.
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1 comentario:
soy argentino y es lamentable que una mente brillante se alla tenido que ir por culpa de las dictaduras militares.
saludos y recuerden el cambio solo es posible con un cambio de valores.
transmutaciondevalores.blogspot.com
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