viernes, 24 de octubre de 2008

Los partidos políticos en Venezuela: Pluralidad vs Hegemonía

Jesús A. Azcargorta

Sábado, 4 de octubre de 2008
En el caso venezolano la vida y desempeño del sistema de partidos(1) como engranaje fundamental para el buen funcionamiento de una democracia, ha sido especialmente conflictiva en los últimos años. Tomando en cuenta los resultados electorales, y considerando la opinión de distintos expertos sobre el tema (Molina, Maingon y Kornblith), pudiera afirmarse que el sistema ha pasado de un pluripartidismo moderado (1959-73), a un sistema de carácter claramente bipartidista (1973-1989), que posteriormente evolucionaría a un sistema multipartidista hasta finales de la década de los noventa (1989-1999).
En los últimos diez años, el sistema de partidos en Venezuela pudiera estar evolucionando de un sistema múltiple de partidos, hacia un nuevo tipo de estructura sistémica caracterizada por la preponderancia de una fuerza política que monopoliza el poder, pero que al mismo tiempo permite la existencia de otras fuerzas partidistas “periféricas”, para mantener un simulacro de pluralidad.
La intencionalidad de instalar un modelo de semejante naturaleza en Venezuela, responde puntualmente al fenómeno que Giovanni Sartori calificó como “Sistema de Partido Hegemónico”. El intento de construir esta nueva configuración sistemática se encuentra filtrado por la existencia en Venezuela de un sistema multipartidista inestable, caracterizado principalmente por la preeminencia de los liderazgos personales sobre las instituciones políticas, la constante aparición y desaparición de partidos políticos, y la configuración de un sistema electoral que tiende a beneficiar de forma intencionada los intereses de una de las fuerzas políticas en juego. Es así como en medio de esta situación se aspira a construir desde las filas del oficialismo el PSUV, plataforma política que pretende integrar en sus filas a todos los partidos que apoyan el proyecto político de Hugo Chávez.
Los partidos como sostén de la democracia
Aunque se ha llegado a poner en tela de juicio la importancia que tienen los partidos políticos como instrumentos fundamentales para el correcto funcionamiento de una democracia, desde las ciencias sociales y la politología se han hecho distintos esfuerzos orientados a esclarecer el vital rol que cumplen estas organizaciones dentro de la vida social. En honor a todas estas contribuciones, se pudiera afirmar que una de las ideas fundamentales en ellas contenidas centra su atención en el hecho de que los partidos políticos constituyen los instrumentos idóneos para canalizar las demandas de los ciudadanos hacia el Estado, con el fin de que las políticas elaboradas por esta institución social correspondan efectivamente con las aspiraciones de los miembros que integran la comunidad política. En otras palabras, la democracia es fuerte cuando los partidos políticos aportan soluciones a los grandes desafíos sociales partiendo de la opinión de los propios actores que hacen vida dentro del sistema social. La democracia funciona adecuadamente cuando los partidos fungen como instrumentos de agregación de las decisiones particulares, vinculando de esta manera estos intereses con las decisiones políticas globales que toma el Estado. Cuando los partidos se consideran como grandes portadores de un modelo de sociedad que debe ser impuesto al colectivo, o cuando simplemente se encuentran sometidos a las ambiciones provenientes de liderazgos personalistas, dejan de lado su rol como instrumento de formación de decisiones políticas, debilitando de esta forma la dinámica democrática de una sociedad.
La multiplicación de los partidos y la crisis institucional
Con la aprobación de una nueva Constitución en el año 1999, que acaba con el financiamiento público que antiguamente había sostenido el sistema de partidos, se profundiza la crisis institucional que desde la década de los noventa (1989-1999) venían padeciendo severamente los partidos políticos venezolanos. Los partidos políticos, que desde hacía unos cuantos años habían dejado de ser centros de canalización de las inquietudes políticas de vastos sectores sociales, profundizaron su tendencia a convertirse en agencias portadoras de intereses específicos sin identidad propia, sujetas a los intereses coyunturales del aspirante político de turno. De esta manera, desde el año 1999 y hasta nuestros días sin solución de continuidad, la constante aparición y desaparición de partidos políticos, así como la dependencia de los liderazgos individuales y personalistas, más un nuevo diseño constitucional que atenta contra la figura de los partidos y promueve la polarización política, se sumaron para contribuir a generar en el país un sistema de partidos que la literatura especializada ha denominado como “multipartidista inestable desinstitucionalizado”.
El contexto social contrario a la institucionalización de nuevos partidos políticos y el proceso de resquebrajamiento de los partidos tradicionales venezolanos ha sido motorizado y dinamizado por múltiples factores, sin embargo, conviene destacar los siguientes: los cambios experimentados en las reglas de juego político electorales, especialmente los relacionados con la elección directa de autoridades locales y la personalización del voto para la elección de los cuerpos legislativos; las crisis económicas, sociales y políticas sufridas por el país a lo largo de la década de los noventa (golpes de estado, crisis bancarias, conflictos sociales como el “Caracazo”, entre otros) que desplazaron las preferencias electorales de los venezolanos en búsqueda de opciones políticas no tradicionales. En otros términos, las causas que han originado la extrema volatilidad del sistema de partidos en Venezuela pueden rastrearse en las reformas institucionales de finales de los años ochenta y en la descomposición de las lealtades partidistas tradicionales producto de la crisis sistémica experimentada por la democracia venezolana.
Uno de los principales síntomas de la enfermedad que padece el sistema de partidos venezolano, lo representa el número de organizaciones que han participado desde el año 1998 en elecciones presidenciales. De acuerdo con los datos, en los comicios del año 1998 participaron un total de 31 organizaciones políticas, número que contrasta con los 16 partidos políticos que participaron en las elecciones del año 2000. Luego de la aprobación de la Constitución de 1999 y de la elección de nuevas autoridades en el 2000, el número de partidos aumentó de manera drástica. De esta forma, en las elecciones presidenciales del año 2006 se registraron un total de 77 partidos políticos, de los cuales 24 apoyaron la candidatura del presidente Chávez y 43 la del aspirante Manuel Rosales. Naturalmente no todas las organizaciones que participaron en estos comicios tuvieron un peso electoral significativo, sin embargo, esta evidencia empírica apunta a sostener la idea de la existencia de un sistema de partidos excesivamente volátil y fragmentado.
El tratamiento de este tema requiere también la consideración de un tópico fundamental: la opinión de la ciudadanía sobre sus partidos políticos. La desinstitucionalización del sistema de partidos en Venezuela se manifiesta de manera importante en la opinión “negativa” que muchos venezolanos tienen de los partidos políticos, la cual maduró al calor de los conflictivos años noventa y que posteriormente se ha transformado en un obstáculo significativo para la construcción de verdaderos instrumentos para la agregación de las demandas ciudadanas. La evidencia empírica disponible también permite sustentar esta opinión: de acuerdo con la firma Hinterlaces y su “Monitor Socio-Político” del mes de marzo de 2007, un 67% de los venezolanos no se identifican con ningún partido político.
Conviene puntualizar que la crisis institucional que viven los partidos en Venezuela implica al mismo tiempo la crisis de su sistema democrático. La democracia venezolana atraviesa días difíciles, pues entre otras cosas, carece de instrumentos institucionalizados para la toma de decisiones políticas, que vinculen las aspiraciones ciudadanas con las políticas públicas diseñadas desde la institución social del Estado. Cuando este fenómeno acontece, a causa de la excesiva volatilidad y fragmentación del sistema de partidos, se corta el lazo que une al ciudadano “de a pie” con la macro política, la cual pasa a ser manejada discrecionalmente por liderazgos personalistas o por grupos sociales específicos.
Sin embargo hay que destacar que no todo son malas noticias: a pesar de la existencia de un entrono social poco favorable a la construcción de partidos y a los múltiples intentos de reducir su influencia en la dinámica democrática del país, las agrupaciones partidistas se resisten a desaparecer por completo del mapa político nacional. La preeminencia del liderazgo personal sobre las estructuras institucionales, no ha logrado socavar por completo de las bases culturales del venezolano la idea de que los partidos políticos son instituciones básicas para la existencia de todo sistema democrático. Según datos del Informe Latinobarómetro 2006, Venezuela es uno de los países de América Latina donde existe un menor porcentaje de ciudadanos que considera que la democracia no necesita partidos políticos para funcionar. De acuerdo con los datos, un 12% de los encuestados en Venezuela confirmaron que la democracia puede funcionar sin partidos y sin congreso. Solo República Dominicana (10%) y Costa Rica (9%) se encuentran por debajo del porcentaje alcanzado por Venezuela.
El Partido Hegemónico
La idea fundamental que define la esencia de todo Sistema de Partido Hegemónico radica en la imposición de un proyecto político a la sociedad por parte de una organización partidista que se apropia del Estado y monopoliza el poder en favor de unos intereses concretos, pero no de manera absoluta y total. Todo partido hegemónico trata de concentrar el poder, al mismo tiempo que permite la existencia de partidos “secundarios” o satélites opositores al régimen, con el fin de relajar las tensiones sociales producidas por su dominio sobre la sociedad.
Esta especificidad del Sistema de Partido Hegemónico denota una de sus particularidades fundamentales: se encuentra en una situación intermedia entre la situación no competitiva extrema representada por el sistema de partido único, y el contexto de plena competencia electoral democrática. Si la hegemonía llegara a ser absoluta y dejaran de existir los partidos de oposición, se estaría en presencia de un sistema de partido único como el existente hoy en Cuba. Esto no quiere decir que el sistema hegemónico sea democrático, pero sí que se preocupa por parecerlo. El partido hegemónico necesita de la presencia del otro para garantizar su control permanente sobre la comunidad política y su propia supervivencia, por eso se preocupa constantemente por evitar el control total de la sociedad y mantener un “barniz” democrático.
El PSUV y la intención hegemónica
En un contexto tal como el que hemos presentado en Venezuela, profundamente hostil a los partidos políticos y marcadamente personalista, llama profundamente la atención que se haya propuesto, justo desde las filas del gobierno nacional, la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Esta organización se crearía con el propósito de integrar a todos los partidos y organizaciones favorables al movimiento político impulsado por Hugo Chávez.
El intento gubernamental de construir un partido no debe confundirse con la construcción de un frente político o coalición de organizaciones partidistas. La unidad es la premisa fundamental sobre la cual se pretende armar al PSUV, por ende, debe quedar claro que todas las organizaciones del movimiento bolivariano deben fundirse en una sola estructura partidista donde no existan las contradicciones y tensiones propias de toda coalición de partidos políticos. Desde el punto de vista de Hugo Chávez, se trata de construir un único instrumento político que aglutine efectivamente a todas las organizaciones que le apoyan: “Nuestro proceso exige que apuntemos todos en la misma dirección. Necesitamos un instrumento político que una voluntades y que no se desgaste en luchas intestinas”.
Los esfuerzos del oficialismo por edificar una nueva organización partidista, tampoco deben confundirse con la noción de “partido único”, la cual como anteriormente explicamos supondría la existencia de una sola organización partidista en un sistema político abiertamente represivo de otras fuerzas políticas divergentes. Las principales tendencias que se observan en el nacimiento del PSUV parecieran apuntar a la construcción de un partido político que pretende monopolizar el poder, al mismo tiempo que permite la existencia de partidos de oposición periféricos o secundarios que no pongan en peligro su control del poder político.
Según la opinión de analistas(3), la voluntad expresa de muchos de los principales líderes de la Revolución Bolivariana de perpetuar su dominio sin dejar de realizar elecciones regulares, constituye evidencia suficiente para suponer la existencia en las filas del oficialismo de una intencionalidad por construir y consolidar un sistema de partido hegemónico en torno a la figura del PSUV. La intención de construir una organización que integre a todas las fuerzas de izquierda que han brindado su apoyo a Hugo Chávez, así como la noción de que esta estructura no debería concebirse como una organización “única”, permiten afirmar que se pudiera estar en presencia de un diseño institucional que asigna a las fuerzas de oposición un rol a jugar dentro del panorama electoral. Una prueba fundamental de que se está en presencia de una intencionalidad “unitaria” pero no “única”, es la existencia de mecanismos que permiten a la oposición tener espacios para participar electoralmente en distintos comicios.
El proceso de construcción del PSUV ha pasado por diferentes etapas, las cuales abarcan desde la conformación de una comisión especial para la construcción del partido, la inscripción de militantes, la formación de Batallones, hasta la reciente elección de las autoridades de la organización.
Algunas notas sobre la construcción del PSUV
Durante la construcción del PSUV pudieron apreciarse al menos cuatro elementos de especial interés:
1. La existencia de un conjunto de reglas de competencia electoral, oficiales y no oficiales, que tienden a favorecer a las fuerzas del oficialismo dotándolas de un fuerte potencial hegemónico. Un ejemplo de estas reglas lo constituyo la validación por parte del Tribunal Supremo de Justicia de las llamadas “morochas”, estrategia electoral que fomenta la duplicación de escaños alcanzados en relación a los votos obtenidos. A pesar de ser utilizado por partidos de oposición, esta táctica ha beneficiado principalmente a factores del gobierno.
2. Predominancia del componente militar en las diferentes estructuras encargadas de organizar y promover el proceso de construcción del PSUV. La importancia que juega el sector militar en el partido parece imponer a la organización una visión “binaria” de la política, siendo entendida ésta como una “guerra” entre enemigos y no un diálogo entre distintos adversarios. Un ejemplo que denota el peso que tiene el ala militar dentro del PSUV, se observó recientemente cuando por decisión presidencial la primera vicepresidencia del PSUV quedó en manos general retirado Alberto Müller Rojas, quien ocupó la posición 30 en las elecciones internas de la organización.
3. Un diseño institucional que tiende a comunicar al Estado con la sociedad, pero en un sentido “descendente” contrario al espíritu democrático. Si bien los partidos son fundamentales en democracia pues enlazan las políticas del Estado con las aspiraciones ciudadanas, lejos de esta función, el PSUV aspira a servir como modelador de las opiniones de la sociedad en torno a un proyecto político. Como bien ha afirmado el propio Hugo Chávez, el partido existiría para dotar de una voluntad unitaria a la sociedad, no para agregar y comunicar demandas diversas hacia el Estado.
4. La agudización de las tensiones internas dentro del movimiento bolivariano, expresadas principalmente en la oposición a la propuesta de fundar un partido unitario por parte de organizaciones como Podemos, PPT y PCV. Este grupo de partidos ha tenido que pagar un alto costo por su posición política contraria a la fundación del PSUV, pues sus estructuras se han debilitado al migrar parte de su militancia a las filas del PSUV.
La paradoja del sistema de partidos en la Venezuela de hoy
Con el propósito de cerrar este trabajo, y retomando una buena parte de los argumentos hasta aquí esbozados, es importante colocar sobre el tapete de esta discusión una interesante paradoja que presenta actualmente la realidad política nacional: la existencia de un multipartidismo inestable y desinstitucionalizado ha potenciado el surgimiento de una intencionalidad hegemónica en el país, al mismo tiempo que coloca barreras a la concreción práctica de dichos deseos hegemónicos. En otras palabras, si la causa que explica el nacimiento de una postura hegemónica en Venezuela puede rastrearse en la debilidad institucional de sus partidos e instituciones, los obstáculos que evitarían la consolidación definitiva de un partido hegemónico en Venezuela también podrían encontrarse en el mismo fenómeno. Los contextos caracterizados por la debilidad institucional y asociativa del tejido social son propicios para el nacimiento de propuestas cargadas de contenido autoritario y de escaso valor democrático. Al mismo tiempo, la fuerte carga personalista que caracteriza este tipo de entornos sociales imposibilita la construcción de verdaderas estructuras políticas que puedan perdurar en el tiempo, terminando inexorablemente dichas estructuras fundidas a la imagen de un liderazgo del cual depende su propia supervivencia.
(*) Sociólogo egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Magister en Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar (USB). Actualmente realiza estudios de doctorado en el área de Sociología Política (sistemas políticos y sistemas de partidos) en la Universidad de Rostock, Alemania.
Notas
(1) Sartori entiende al sistema de partidos como un sistema de interrelaciones entre distintas organizaciones políticas, que compiten electoralmente. Desde esta perspectiva, el número de partidos es una de las variables fundamentales que definen todo sistema de partidos. Para el autor, sólo deben considerarse o “contarse” aquellas organizaciones que cuentan con algún porcentaje de escaños en el poder legislativo. De esta forma, actualmente formarían parte del sistema de partidos venezolano los partidos Patria Para Todos (PPT), Por la Democracia Social (Podemos), Partido Comunista de Venezuela (PCV) y PSUV (organización en la que se han fundido muchos de los partidos del oficialismo que en las elecciones parlamentarias de 2005 lograron algún tipo de representación: MVR, UVE, CONIVE, UPV y MEP).
Ahora bien, es importante considerar que en sistemas presidencialistas como el venezolano, los partidos no sólo compiten por escaños parlamentarios, sino además, participan en elecciones donde se elige al Presidente de la República. De esta manera, partidos “extraparlamentarios” pueden tener un potencial electoral y político importante. Como consecuencia de su desempeño electoral en elecciones presidenciales y de su registro oficial como organizaciones políticas legítimas, partidos de oposición como Primero Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT) y COPEI deben considerarse como organizaciones integrantes del sistema de partidos venezolanos, independiente de que en éste momento histórico carezcan de representación parlamentaria.
(2) PONCE, M.G, Azcargorta, J.A, J. Civit, T. Lacruz y B. Regnault (2007) La polarización electoral. Análisis de los resultados de las elecciones presidenciales 2006. IIES-UCAB, Caracas (Mimeo).
(3) Hernández, I. y Azcargorta J.A. (2007) PSUV: ¿partido hegemónico ó partido único? IIES-UCAB, Temas de Coyuntura. No. 56: 7-23.
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